No cansa el camino cuando se camina despacio, cuando se tiene un sueño en el alma y en los labios un cantar
Las entradas van ordenadas por fechas con arreglo los días vividos en Tierra Santa. Se narra la Semana Santa desde el punto de vista de los protagonistas de esta maravillosa vivencia. Esperamos que disfrutéis leyendo como nosotros lo hicimos en su momento.

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miércoles, 7 de abril de 2010

Sábado 27 de marzo


Madrid, aeropuerto. Facturación de equipaje, desayuno rápido, muy rápido, vamos con el tiempo escaso. Embarque, como siempre control exhaustivo. Visto bueno y montamos en el avión.

Comienza el viaje propiamente dicho. Nombre del avión: Sor Juana Inés de la Cruz, no podía ser más adecuado para esta ocasión. Viaja con nosotros (es un decir, él en 1ª clase) Enrique Zimmerman, corresponsal de una cadena de televisión en Israel. Música de piano de fondo. Las azafatas explican eso tan agradable que te indica lo que tienes que hacer en caso de siniestro y el avión despega de forma suave, son las 10,30 horas de la mañana. Ya en el aire y una vez que se toma confianza, comienzan los paseos por el avión y las fotos que inmortalicen nuestro paso por el mismo.
Se divisa por la ventana nieve en la sierra madrileña, las señoritas azafatas reparten diarios y más tarde algo que quiere ser una comida, pero al estilo de los pin y pon, es decir en miniatura y casi de plástico, pero como hay hambre nos la comemos. En principio el grupo lo formamos 8 personas, Jose Antonio y Cati, su mujer, unos amigos de Cieza, Antonio y Maria Isabel y los consuegros de Jose Antonio, Pepe y Micaela, ademas, claro está de Diego y de mí . En el avión nos encontramos con otras amigas malagueñas, Juana y Juanita, encantadoras (estamos todos en la foto con la cara que se merece el día) y con 10 amigos más.
Llegamos a Tel Aviv a las 3,45, pero tenemos que adelantar el reloj dos horas con respecto a la hora con la que salimos de España, es decir en Israel eran la 5,45. Recogemos las maletas rápidamente y nos enfrentamos al primer control en tierra israelí, nada, nos sellan el pasaporte y salimos. Yo esperaba más control, pero nos hemos quedado asombrados. Sólo retienen a Antonio (el de Cieza) un poco más porque se llamaba igual que un señor que había robado un porche y andaba por ahí dando vueltas con él.
El aeropuerto se encuentra totalmente vallado a una altura considerable, rematado con alambre de pinchos. Policía, bastante policía con metralletas. Montamos en el autobús que nos esperaba y partimos hacia Jerusalén. Por la carretera el cura que va a hacer de guía en todo el tiempo, Jesús Gutierrez, nos va explicando un poco la organización del viaje.
A lo largo de la carretera divisamos varios kibutzs, comunas agrícolas israelíes, organizadas a modo de de cooperativas. El paisaje muy verde, dice el padre Jesús que ha llovido mucho este año.
A la entrada de Jerusalén se ven las obras del tren de alta velocidad que parece que se terminarán en tres años y que dará un gran avance a esta tierra.
Pasamos por un barrio judío, como es el sabbath todo está cerrado, incluso las calles valladas para que no puedan pasar los coches. Son muy estrictos en la celebración del sabbath, no se hace nada de nada, es descanso, desde el viernes en la tarde hasta el anochecer de sábado. (Acuérdate del día del Sábado, para santificarlo. Trabaja seis días, y en ellos haz todas tus faenas. Pero el día séptimo es día de descanso, consagrado a Yavé, tu Dios. Que nadie trabaje. Ni tú, ni tus hijos, ni tus hijas, ni tus siervos, ni tus siervas, ni tus animales, ni los forasteros que viven en tu país. Pues en seis días Yavé hizo el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto hay en ellos, pero el séptimo día Yavé descansó, y por eso bendijo el Sábado y lo hizo sagrado. Exodo 20:8-11.
Algunas personas están seguras. Hay áreas de Jerusalén donde el automóvil sería apedreado si manejaras allí en Shabbat (hebreo de Sabbath=Sábado). Algunos ascensores de edificios en Israel paran automáticamente en cada piso durante el Shabbat, porque debería trabajar alzando la mano y presionando el botón
)
Las primeras impresiones son de sorpresa ante la variedad de vestimentas de los judíos y los musulmanes. Sobre todo choca las de los judíos, por un lado los que visten con la chaqueta negra, pantalón negro, camisa blanca y kipá, otros llevan un sombrero de ala ancha negro también, y otros un sombrero muy ancho y como de piel. También la mujeres llevan vestidos o faldas largas y camisas negras.
Se ve policía y militares con mucha frecuencia.
Llegamos al hotel Ambassador y nos reciben con un coctel. Subimos las maletas a la habitación y al comedor para cenar. Buffet libre, mucha verdurita y carnes y pescado para elegir. Salimos a dar una vuelta antes de dormir y entramos por la Puerta de Damasco en nuestra primera incursión en la ciudad vieja de Jerusalen, vamos buscando la Vía Dolorosa y la recorremos viendo las tiendas que hay a ambos lados de las calles muchas de ellas todavía abiertas. Tras un paseo, con los ojos llenos de imágenes del día, volvemos a dormir. Por la mañana hay que madrugar para comenzar temprano a VER TIERRA SANTA.

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